En el artículo anterior, tratábamos de la captura del Prosper Corin, motivada por el afán de unos contrabandistas bocoyas de resarcirse de una estafa que sufrieron a manos de unos traficantes de armas malagueños, en este sentido traigo aquí un párrafo del artículo «El Rif y los puertos de Melilla y Chafarinas» escrito por el teniente de navío Bartolomé de Morales y aparecido en la Revista General de Marina de enero de 1907: << Y aquí es bueno afirmar que el rifeño, en general, tiene conciencia de la justicia; pero cuando no tiene autoridad a  quien acudir se la toma por su mano, del modo que puede. Esta es la explicación de la mayor parte de los actos de piratería que se registran en esta costa>>. Más adelante se refería sin mencionarlo al caso que estamos viendo.

Dado que los piratas capturados por el Sevilla seguían presos en Alhucemas y otros que fueron capturados por los marroquíes estaban presos en Tánger,  los más exaltados de la cabila iniciaron una serie de asaltos a buques europeos como represalia ante estas detenciones y para capturar rehenes que intercambiar por sus compañeros presos.

En abril de 1897, es atacado a tiros un laúd británico de nombre Virgen de los Ángeles que pudo escapar hacia Alhucemas. El 14 de agosto, los bocoyas capturaron al velero italiano Fiducia con un cargamento de maderas que había quedado encalmado. Su carga fue saqueada y capturaron al capitán, Manuel Racete, y aun marinero francés de apellido Peinon que moriría de enfermedad  unos meses después todavía cautivo. El 24 de agosto le tocó el fatídico turno a la goleta portuguesa Rosita, en viaje de Orán a Faro con esparto. Quedó encalmada y fue capturada por los bocoyas que secuestraron al capitán, Juan Rosendo Mascarenhas y a cuatro marineros.

Las naciones de las que eran los buques atacados mandaron unidades navales  a la zona y emisarios con protestas al Sultán, a la vez que iniciaron contactos con los bocoyas para lograr la libertad de los cautivos. Desde la isla de Alhucemas, las autoridades españolas y el vecindario de la misma participaron en estas negociaciones y en el envío de alimentos y socorros a los cautivos. Para asistir al entierro en el cementerio de dicha isla del marinero Peinon, se personaron varios notables de la cabila de Bocoya que insistieron en que esta escalada de ataques y secuestros tenía el único fin de conseguir la libertad de los bocoyas presos.     

 

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CÁRABO RIFEÑO VARADO EN UNA PLAYA. SE APRECIAN EL PALO PARA ARMAR UNA VELA LATINA Y LOS REMOS COMO PROPULSIÓN AUXILIAR. 

 

Tanto España como Marruecos estaban de acuerdo en zanjar este asunto lo más rápidamente posible y sin  interferencias de otras potencias, especialmente Francia, por lo que en noviembre de 1897 llegaron a un acuerdo para liberar a los rehenes a cambio de los bocoyas presos en Tánger. Posteriormente, se sometería a un consejo de guerra a los piratas presos en Alhucemas con la condición de que el Gobierno los indultaría de la pena impuesta.

El 10 de noviembre, llegó a la bahía de Alhucemas el transporte de guerra español General Valdés conduciendo a los bocoyas liberados en Tánger. Este buque era un vapor de ruedas de 106 metros de eslora y 12 de manga con una tripulación de 155 hombres y un armamento compuesto por 4 cañones Nordenfelt de 57 mm y dos cañones Maxim de 37 mm. Ese mismo día se realizó el canje con los marinos cautivos. El 30 de diciembre se llevó a cabo en la isla de Alhucemas un consejo de guerra contra los asaltantes del Prosper Corin que fueron condenados a cadena perpetua aunque el 9 de febrero de 1898 fueron indultados por el Gobierno español.

 

Embarcadero de Alhucemas

LA ISLA DE ALHUCEMAS Y SU EMBARCADERO VISTA DESDE EL SUR.

 

Francia, por mediación de su cónsul en Tánger, el argelino Allal-uld-Abdi, aprovechó esta situación para entrar en contacto con bocoyas opuestos al Sultán marroquí que aceptaron ponerse al servicio de dicho país. El diario El Liberal de Mahón publicaba el 18 de marzo de 1898  una carta remitida desde Orán en la que se hablaba de la llegada en una balandra inglesa fletada por los franceses de una treintena de bocoyas para alistarse en el ejército colonial francés.  Esta y otras maniobras de los bocoya se entendieron por el Sultán como el inicio de un movimiento rebelde por lo que envió tropas al Rif al mando del caíd Buchta – El Bagdadi para imponer el orden en dicha cabila. Estas tropas recibieron el apoyo de los dos únicos buques de guerra marroquíes, el Hassani y el Turki que eran simples vapores mercantes a los que se les había instalado cañones.

En la prensa española se recogen algunos episodios de la represión sobre la cabila de Bocaya. En mayo de 1898, se convocó una conferencia entre los enviados del Sultán y los notables de la cabila que se celebraría en las playas de Alhucemas. Los bocoya habían aceptado pagar una multa de 20.000 duros pero aquella reunión se convirtió en una emboscada en la que fueron asesinados unos 20 bocoyas y  capturados un centenar que fueron encerrados en el Turki. Pocos días después se llevó a cabo una razia por el territorio bocoya en la que se saquearon aduares y campos, se hicieron prisioneros y se incautaron de nueve lanchas, dos cárabos y un falucho con lo que se paralizó la actividad marítima de la cabila. La represión a la que estaban siendo sometidos hizo que muchos bocoyas abandonaran sus tierras trasladándose a otras cabilas o emigrando a Argelia. La cabila de Bocoya tardó algunos años en recuperarse de esta represión.

 

2019-04-21

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