El 31 de agosto de 1889, salió del puerto de Málaga el laúd llamado «Miguel y Teresa». Era de la matrícula de Vinaroz, de un porte de 28 toneladas. Iba al mando del patrón Juan Ortiz con cinco hombres de tripulación y un pasajero llamado Francisco Ruiz. Oficialmente iba despachado  en lastre para el puerto de Tánger donde pensaba comprar ganado vacuno y huevos para vender en Málaga. Supuestamente, debido a la falta de viento y a las corrientes marinas había derivado hasta la costa de Bocoya, al Oeste de la bahía de Alhucemas, y allí fue capturado por piratas de esa cabila que, tras saquear el buque, se llevaron secuestrados tierra adentro a sus tripulantes. El día 5 de septiembre el laúd es descubierto abandonado en una cala por un bote de la guarnición de la isla de Alhucemas que debido al gran número de rifeños que estaban en dicha cala decide volver a la isla para informar del hallazgo sin hacer nada por rescatarlo. En la noche siguiente, un bote mayor con más tripulación y armamento se dirige al rescate del laúd, consiguiéndolo remolcar hasta Alhucemas. El día 8 unos rifeños comunican al gobernador de Alhucemas que el laúd Miguel y Teresa había sido capturado y sus tripulantes hechos prisioneros porque se dedicaban al contrabando de armas.

 

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COSTA DE BOCOYA.

 

Cuando la noticia del apresamiento llegó a la Península, muchos periódicos y grupos políticos no aceptaron la versión marroquí de los hechos y dieron por buena la de los tripulantes del laúd que hablaban de ataque pirata contra ellos cuando estaban desarrollando un tráfico de mercancías de lícito comercio. Estos periódicos clamaban al gobierno presidido por el liberal Práxedes Mateo Sagasta exigiendo que tomara medidas  contra Marruecos sobre todo a raíz del ataque sufrido por el cañonero Cuervo el día 22 de septiembre. Este  pequeño buque de la Armada, que disponía de un cañón de 120 mm y una ametralladora nordenfetl, escoltaba a un bote de la isla de Alhucemas que, bajo bandera blanca, conducía a unos parlamentarios que querían tratar de la liberación de los tripulantes del Miguel y Teresa. Cuando se acercaban a una de las calas de Bocoya para entablar contacto con los rifeños, fueron recibidos a tiros por lo que el cañonero abrió fuego contra dicho grupo de rifeños  para repeler la agresión a la lancha española. Al parecer este intento de mediación fue una iniciativa personal del gobernador de Alhucemas. España envió buques  de guerra a Tánger y a las costas rifeñas exigiendo a Marruecos que diera explicaciones y castigara a los culpables de estos actos. Los marroquíes aceptaron enviar una comisión de investigación al Rif que esclareciera lo ocurrido y liberara a los prisioneros. Esta comisión viajó en un buque de guerra español hasta el Peñón de Vélez y desde allí se puso en contacto con los bocoyas que se reafirmaron en su versión de los hechos pero accedieron a liberar a los cautivos a cambio de que reconocieran que estaban haciendo contrabando. Finalmente, los cautivos llegaron al Peñón de Vélez el 27 de septiembre.

 

 

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EL LAÚD MIGUEL Y TERESA TENDRÍA UN ASPECTO PARECIDO A ESTE BUQUE.

 

Mientras tanto, la verdad de lo que había ocurrido empezó a conocerse en España. El 26 de septiembre, el diario El Defensor de Granada publicó una carta remitida desde Melilla en la que se denunciaba que el laúd llevaba fusiles de contrabando que había intentado desembarcar en las cercanías de dicha ciudad pero no pudiendo hacerlo  intentaron alijar los fusiles en Bocoya, donde fue capturado. En la misma carta se decía que en las costas cercanas a Melilla  se habían alijado en los últimos meses unos 1.500 fusiles por tres buques contrabandistas. Federico Rodríguez Vidaurrieta, un militar preso en el Peñón de Vélez por participar en la intentona republicana del general Villacampa en 1886, envió una carta al diario madrileño El País, publicada el 7 de octubre de 1889, en la que relataba sus averiguaciones sobre este caso. En la misma confirmaba el cargamento de 90  fusiles remington y su munición( este fusil era el de dotación del ejército español en esos años).  Rodríguez Vidaurrieta sostenía que el  rifeño que hacía de confidente a sueldo del gobernador de Alhucemas era uno de los responsables del alijo, dando a entender que el propio gobernador de aquel presidio conocía el asunto y que entre ellos  se fraguó la versión que describía la captura del laúd como un acto de piratería.

Finalmente, Marruecos aceptó que una comisión formada por oficiales de la Armada española investigara el asunto. La comisión encabezada por el capitán de navío Alejandro María de Ory y el teniente de navía de 1º clase Enrique Ramos Azcárraga que en febrero de 1890 se desplazaron a Alhucemas en el crucero Colón y allí recabaron las declaraciones de rifeños implicados en el caso y del gobernador del presidio. El dictamen de la comisión reconocía que el cargamento de armas se hizo ilegalmente pero hacía la salvedad  de que no habían intentado descargarlas antes del apresamiento, fijando una indemnización de 13.000 pesetas para el laúd y sus tripulantes y pasajero por los daños sufridos y los efectos y dineros desvalijados tras dicho apresamiento. Con esto y un  saludo protocolario  a un buque de guerra que fondeó en Tánger en desagravio por el tiroteo al Cocodrilo, quedó cerrado el incidente con Marruecos.

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FUSIL REMINGTON. WIKIPEDIA.

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