EL TRÁFICO MARÍTIMO ENTRE MELILLA Y PALMA DE MALLORCA. SIGLO XIX.

Durante la primera mitad del siglo XIX, se mantuvo un cierto tráfico marítimo entre Melilla y Palma de Mallorca. Este tráfico se llevó a cabo por embarcaciones latinas de pequeño porte, tipo laúd, salvo algún caso en que se emplearon jabeques o místicos, de mayor porte que el laúd.

El laúd es una embarcación de cabotaje, con cubierta, que aparejaba un palo caído a proa con vela latina y ,a veces en los más grandes, botalón con foque. Este tipo se embarcaciones también se utilizaron para la pesca.

VISTA DE MELILLA A MEDIADOS DEL SIGLO XIX.

La distancia entre Palma de Mallorca y Melilla siguiendo una ruta de cabotaje recalando en el cabo de la Nao, cabo de Santa Pola, cabo de Palos, cabo de Gata y Melilla vienen a ser unas 445 millas náuticas. La distancia a rumbo directo atravesando el brazo de mar entre las Baleares y Melilla vienen a ser de 425 milla náuticas, con el peligro de no tener resguardo ni de los temporales de poniente ni de levante que, en invierno, suelen sucederse en esta aguas.

DETALLE DEL PUERTO SEGÚN UNA MAQUETA DE LA MELILLA DEL SIGLO XIX.

Las primeras noticias del tráfico marítimo entre Melilla y Palma las encontramos en la prensa balear en los años de la Guerra de Independencia. El 8 de agosto de 1811 llegó a Palma desde Melilla el jabeque San José, patrón Francisco Sabater, menorquín, con carga de trigo. El 17 de septiembre de ese mismo año arribó desde Melilla el místico Beata Catalina Tomás, patrón Antonio Cantallop, mallorquín, con trigo y cebada. El 10 de noviembre de ese mismo año, arribó nuevamente el jabeque San José, mandado esta vez por el patrón Mateo Serra, mallorquín, con trigo y pasajeros. Entendemos que el trigo y la cebada serían comprados a las cabilas de Guelaya, comarca que circunda Melilla.

MAQUETA DE UN JABEQUE.

Posteriormente, se siguen manteniendo este tráfico marítimo como podemos ir rastreando en la información portuaria de la prensa balear. El 13 de julio de 1830 se despacha para Melilla el jabeque San Francisco. El 7 de agosto de ese año se despacha el laúd Santo Cristo del patrón Gerónimo Llull con vino y aguardiente. Según la información consultada, son el vino y el aguardiente los principales productos que se enviaban a Melilla. El laúd San Antonio, patrón Pedro Boch, despachado para Melilla con vino y aguardiente el 6 de marzo de 1834. El 14 de mayo de 1837 se despachaba a Melilla el laúd Beata Catalina Tomás, patrón Bartolomé Masot, con carga general.

BARCAS LATINAS VARADAS EN UNA PLAYA DE MELILLA. AL FONDO SE VE EL RECINTO AMURALLADO DE LA CIUDAD.

Hemos visto que desde Palma las embarcaciones salían cargadas con vino y aguardiente, principalmente, pero en la información de las que volvían de Melilla se solía indicar que volvían en lastre, aunque se da el caso del jabeque San Francisco del patrón Bernardo Palmer que llegó de Melilla el 4 de julio de 1834 con lana y pieles.

El teniente Antonio Agüera Cárdenas que estuvo destinado en Melilla en 1845, en su diario nos da pistas del tipo de mercancías que cargaban los barcos mallorquines en Melilla.

Escribe sobre el comercio que se practicaba con los marroquíes de Guelaya que venían a Melilla: amanece la Florentina cual una feria, siendo la mayor parte de lo que allí traen cueros de bueyes, lanas y cebada: estos cueros los compra el escribano, a medias con otro sujeto, los venden a los mallorquines que aquí vienen para poder introducirlos en la Penínsulas y las Baleares, se les hacía pasar por productos originarios de Melilla: se saca una guía, suponiendo son de reses que aquí se consumen.

Según el teniente Agüero, los cueros se compraban a los marroquíes a 5 ó 6 duros el quintal y a los mallorquines se los vendían a 12 ó 14 duros.

Según información portuaria del Diario Constitucional de Palma, encontramos que el 11 de septiembre de 1845 el laúd Victoria de 27 toneladas de porte y mandando por el patrón Sebastián Melis se despachó para Melilla con un pasajero y carga de vino. ¿Sería uno de los mallorquines de los que hablaba Agüero?

Cuadernos de apuntes y documentos sobre la plaza de Melilla del teniente Antonio Agüero Cárdenas (1845).

(Edición, transcripción y estudio introductorio de Jorge Alberto Jordán Fernández y Sergio Ramírez Gonzáles).

Editado por UNED Melilla. 2016.

LAÚD.

LA PRIMERA CELEBRACIÓN OFICIAL DEL RAMADÁN EN MELILLA.1906.

Actualmente, el Ramadán modula a su ritmo la vida en Melilla y las festividades vinculadas a este hecho religioso están plenamente integradas en el calendario oficial de fiestas de la ciudad, mostrando la realidad de la composición multicultural de la sociedad melillense.

No siempre ha sido así puesto que la composición de la población y las condiciones políticas y sociales han ido cambiando con el paso de los años.

Señalaremos también que, en el denominado «campo de Melilla», esto es, el terreno circundante a los recintos amurallados que no pasaron al definitivo control español hasta 1863 y hoy en día es territorio urbano melillense, sus habitantes celebraban el Ramadán y sus fiestas religiosas centradas en la mezquita que existía en el cerro de Santiago. Estas estas celebraciones, que los melillenses españoles comparaban con la cuaresma, se mencionan en crónicas de dicha época. En una de ellas, basada en el testimonio del subteniente Vidal, patrón de un falucho que naufragó en la actual playa de los Cárabos y quedó prisionero, se dice que en Ramadán :» les está prohibido probar bocado sin luz de las estrellas». La ruptura del ayuno se establecía, según Vidal, cuando el Lucero Vespertino, Venus, se podía ver, señal que el Ramadán coincidió con meses en que se puede ver Venus al atardecer.

Al principios del siglo XX, volvieron a avecindarse en Melilla musulmanes, en su mayoría comerciantes, a los que se les unieron centenares de refugiados tras la toma de Guelaya por el Roghi. Para 1906 se cifraban, según El Telegrama del Rif, en 5.000 el número de musulmanes que habitaban en Melilla y son estos musulmanes lo que organizan una comisión que solicita a José Marina, comandante general, que autorizara el disparo de un cañón desde el fuerte de San Lorenzo para marcar la ruptura del ayuno durante el Ramadán de ese año que empezó el 20 de octubre de 1906. Se convino que el momento del disparo del cañón para indicar la ruptura del ayuno lo marcaría la puesta del sol tras las lomas de Farhana. Esta medida estaba enmarcada en la nueva política de atracción de las cabilas de Guelaya en previsión de una posible intervención española en la zona. España era, junto con Francia, garante de los acuerdos de la Conferencia de Algecira.

Pese a la celebración del mes sagrado, las tropas del Roghi siguieron con sus razias de castigo a las cabilas que no le eran fieles. A principios de noviembre le tocó el triste turno al aduar que el Telegrama llama Ijninen de Quebdana que fue arrasado y saqueado.

COMERCIANTES MUSULMANES EN EL MANTELETE.

El domingo 18 de noviembre terminó el Ramadán con la celebración del Eid Fitr. Al amanecer se disparó una salva de quince cañonazos para anunciar el fin del ayuno. El Turki, un mercante armado que hacía las veces de buque de guerra del sultán, se engalanó para solemnizar el día y los comerciantes musulmanes de Melilla no abrieron sus negocios ni acudieron al mercado los vendedores de dicha religión. El general Marina decretó la liberación de los guelayas que estaban bajo arresto.

En Zeluan, campamento principal del Roghi, se dispararon salvas de artillería y los jinetes corrieron la pólvora, culminando las celebraciones con el reparto de un rancho extraordinario para la tropa.

El Aid el Kebir fue el 25 de enero de 1907. Los fieles acudieron a la mezquita de Sidi Guariach donde se celebró el rezo principal en un día de tregua entre los seguidores del Roghi y los leales al sultán que, según el Telegrama del Rif, rezaron juntos en dicho templo. En Melilla todavía no existía ninguna mezquita.

CAÑÓN DE AVISOS EN MELILLA. LA FOTO POSTERIOR A 1906.

EL FUSIL REMINGTON Y LOS RIFEÑOS.

El fusil Remington fue una de las principales armas usadas por rifeños y guelayas desde finales del siglo XIX hasta los primeros años veinte del siguiente siglo. El Remington fue diseñado en EEUU a mediados de la década de 1860 y adoptado como reglamentario por el Ejército español en 1871, comenzando su fabricación en nuestro país en ese mismo año. El modelo español usaba el calibre 11,5 x 57 R un proyectil de gran potencia que producía graves heridas, característica esta que lo hacía muy útil para los francotiradores, una de las especialidades del combatiente rifeño y guelaya. Se dice que el sonido producido por este fusil al disparar dio origen al término «paco» para designar a los francotiradores norteafricanos.

Con ser un arma ampliamente utilizada contra las tropas españolas, se da el caso que muchos de los fusiles usados por rifeños y guelayas eran producidos en España y suministrados desde nuestro país.

El 26 de enero de 1887, la Junta de Arbitrios, organismo dependiente del Ministerio de la Guerra que hacía la veces de ayuntamiento de Melilla, autorizó las venta de armas de guerra a las cabilas de Guelaya imponiendo una tasa de 10 pesetas por fusil Remington (del mismo modelo que el usado por nuestras tropas) y 2,5 pesetas por fusiles de otros modelos. Un tiempo después se modificaron las tasas, unificando la misma en 5 pesetas para todo tipo de fusiles y aplicando una de 2,5 pesetas por cada millar de cartuchos. Tanto las armas como los cartuchos debían ser de fabricación española. Esta disposición de la Junta de Arbitrios se anuló el 7 de julio de 1888, quedando la venta de armas limitada a las de caza y los revólveres.

COMBATIENTE RIFEÑO ARMADO DE UN REMINGTON.

Con el final de la venta de armas legalmente en Melilla, volvió el contrabando por vía marítima. Este tráfico salió a la palestra con el incidente protagonizado por el laúd Miguel y Teresa. Esta embarcación fue capturada en septiembre de 1889 por la cabila de Bocoya en un acto que desde España se trató, en principio, como un mero acto de piratería pero poco a poco se fue descubriendo que la citada embarcación llevaba un cargamento de 90 fusiles remington y su correspondiente munición que iba a alijar en una cala de Tres Forcas aunque debido al mal tiempo tuvo que desistir de este intento y acabó derivando hasta Bocoya en el corazón de las costa rifeña. Según informó la prensa, se estimaba que se habían alijado unos 1.500 fusiles antes de este incidente.

MIEMBROS DE LA HARCA AMIGA DE BENI CHICAR ARMADOS CON REMINGTONS

Este tráfico de fusiles se centralizó en Málaga y Gibraltar. Las armas llegaban en tren a dicha capital andaluza bajo documentación falsa y eran cargados en embarcaciones que los transportaban a las costas norteafricanas. En otras ocasiones, las embarcaciones, usando bandera británica para la ocasión, cargaban dichas armas en Gibraltar. Las armas solían ser de procedencia española enviadas desde las fábricas del País Vasco.

En 1893, cuando la tensión entre españoles y guelayas iba en aumento, se experimentó un ascenso de este tráfico ilícito. En junio de ese año, se descubrió en el puerto de Barcelona un cargamento de armas oculto en unos baúles con destino a Melilla embarcados en el vapor Rabat, de Transatlántica, a nombre de un maestro armero del ejército. En 14 septiembre es la Guardia Civil la que descubre un envío de armas de contrabando en la estación de ferrocarril de Málaga. Son 16 cajas con 219 fusiles enviadas desde Zumárraga y Éibar cuyo destino era la costa rifeña. Abierta la correspondiente investigación, se descubrieron nuevos alijos en días sucesivos. En la estación de Bobadilla aparecen 82 fusiles. El día 18 en Málaga son 49 mosquetones y 15 fusiles, todos Remington.

MELILLA Y SU CAMPO EN 1893.

Ante el aumento de la presión policial en Málaga, la tráfico se desvía por el Estrecho. A principios de octubre, un cañonero español detuvo un falucho salido de Gibraltar con carga de fusiles para Tánger y a mediados de mes los carabineros de Algeciras interceptaron un cargamento de 500 fusiles que habían salido de Gibraltar. Aparte de los Remington, desde la colonia británica se vendían fusiles Martini – Henry y Winchester de repetición. Recordar que los primeros combates de la guerra de 1893 se dieron en octubre, momento en que, según al prensa, se cifraba el precio de un Remington de contrabando en 250 pesetas cuando en fábrica valían 28 pesetas.

En noviembre de 1893, cuando se lucha ya abiertamente en el campo de Melilla, el destacamento de la Guardia Civil enviado a la ciudad para reforzar la seguridad de la misma descubrieron diversos alijos de armas y municiones en la barriada del Polígono, único barrio extramuros. El día 6 de noviembre se requisaron 231 fusiles y 32.000 cartuchos, el día 9 fueron 53 fusiles y el día 11 fueron 21 fusiles. Todas las armas eran Remington. Todavía el 6 de diciembre se descubrió un nuevo alijo de 33 mosquetones, 11 fusiles y 11 tercerolas.

En esta guerra fue cuando el ejército usó por primera vez en combate los fusiles Mauser pero los Remington siguieron en uso en el campo rifeño hasta los primeros años veinte. Así mismo, las llamadas «harcas amigas», grupos irregulares que combatían por España, eran equipadas con este modelo de fusil por nuestro Ejército.

LA DESCRIPCIÓN POÉTICA DE MELILLA.1818.

En el año de 1818, la revista Continuación del Almacén de frutos literarios (semanario de obras inéditas), publicó la Geografía poética de España y Portugal. Una obra realmente curiosa y trabajada, cuyo autor no se cita, en la que se hace una amplia descripción en verso de España y Portugal citando sus regiones, ciudades, productos característicos, ríos y montañas. Este tipo de obras se hacían con fines didácticos creyendo que en verso era más fácil memorizar estos datos. Melilla también tiene sus versos.

XLVI

Melilla. Sobre un peñasco, a quien Neptuno baña,

Y en clima ardiente fundase Melilla

La agarena cerviz postra y humilla:

De aljibes y de huertas se acompaña

Y es de un nuevo hospital piadosa silla

Cuarteles y almacenes nada estrechos

Que a las bombas presenta fuertes pechos

XLVII

Son tus defensas de mayor memoria

Cortina Real, Relox y Batería,

La concepción, San Carlos, la Victoria,

San Pedro, San Miguel, Santa Lucía,

Rosario y San José de igual valía.

Santa Isabel y el Espigón famosos

Son de estos fuertes los profundos fosos.

Los editores de la revista dataron esta obra a finales del siglo XVIII pero sin poder concretar ninguna fecha aunque debió ser antes de la pérdida de Orán y Mazalquir en 1792 ya que dichas ciudades aparecen en la obra pero si nos fijamos en los verso dedicado a Melilla encontramos referencias que nos ayudan a delimitar el intervalo de fechas de su posible creación. El verso: «La agarena cerviz postra y humilla» puede ser una referencia a la derrota marroquí en el asedio de 1774/75, mientras que el verso: «Y es de un nuevo hospital piadosa silla» es una clara referencia a la construcción del Hospital del Rey cuyas obras finalizaron en 1774.

Enlace al ejemplar de la revista donde aparece la Geografía poética de España y Potugal.

EL CERRO DE SANTIAGO/DJENADA.

El cerro de Santiago, Djenada para los melillenses imaziguen, está hoy en día plenamente integrado en el casco urbano de Melilla pero durante siglos fue un punto importante de la frontera melillense y campo de batalla entre guelayas y españoles.

Dada su localización y altura, permitía dominar tanto los recintos amurallados de Melilla como el curso final de río Oro, su desembocadura y su confluencia con el barranco del Polígono, que antaño se conocía como barranco de la Olla, lo que le confería una gran importancia estratégica. Dominarlo fue un objetivo de los españoles desde que se asentaron en Melilla pero aunque se logró un cierto control sobre el territorio circundante en base a patrullas de caballería, no es hasta que en 1571 cuando se construye el pequeño fuerte de Santiago en su cima que se consigue el control efectivo de la zona reforzado por la construcción en 1571 del fuerte de San Francisco en una posición más alejada de la plaza y dominando el barranco del Polígono. Ambos fuertes se perdieron en 1679 durante la ofensiva que el sultán Ismail efectuó contra Melilla.

VISTA DE MELILLA DE MEDIADOS DEL SIGLO XIX DONDE SE REFLEJAN EL CERRO DE
SANTIAGO CON EL CUARTEL DE DJENADA Y AL HIGUERA SAGRADA

Para los imaziguen melillenses el cerro de Djenada tenía el mismo valor estratégico que para los españoles. En su ladera que daba al río Oro, a cubierto de la artillería melillense, construyeron el cuartel de Djenada como alojamiento de las guardias que las diferentes cabilas de Guelaya establecían frente a Melilla. Desde este cuartel partían los caminos, en muchos casos ocultos por chumberas, que unían el fuerte con los diferentes ataques y trincheras desde donde vigilaban la ciudad. En este cerro los marroquíes situaron una batería de artillería durante el asedio de 1774/75.

PLANO DE MEDIADOS DEL SIGLO XIX DONDE ESTÁ REPRESENTADO EL CUARTEL DE DJENADA Y LOS CAMINOS QUE PARTÍAN DEL MISMO.

Djenada tenía también un valor espiritual para los imazigen ya que allí se situaba el lugar en que se decía que murió luchando contra los españoles Sidi Guariach, el principal santo musulmán de esta zona. Este lugar estaría señalado por la existencia de una higuera que consideraban sagrada y a la que veneraban con exvotos y ofrendas. Anexa al cuartel existía una mezquita atendida por cinco imanes representando a cada una de las cabilas de Guelaya.

Desde 1844, cuando la situación del país lo permitió, España volvió a reivindicar ante Marruecos la devolución de los límites que Melilla tuvo en los siglos XVI y XVII pero no es hasta 1862 cuando se marquen esta nueva frontera siendo ocupado el territorio por España en 1863 tras la expulsión de la población imaziguen, entre otros motivos porque el sultán marroquí insistió en este punto.

EN ROJO UNA IDEA DE LA EXTENSIÓN ORIGINAL DEL CERRO DE SANTIAGO.

El cerro de Santiago quedó desierto hasta que con motivo de la llamada guerra de Margallo en 1893 se empezó a construir las primeras edificaciones del actualmente desaparecido cuartel de Santiago, terminado en 1898. Entre 1900 y 1902 se construyeron los pabellones de Santiago cercanos al cuartel.

Desde el inicio del siglo XX y en base al desarrollo urbanístico de Melilla, el cerro de Santiago ha sufrido grandes modificaciones en su extensión por los desmontes efectuados para edificar los llamados Pabellones del Buen Acuerdo en la actual Avenida de los Reyes Católicos, el barrio del Príncipe, calle Gran Capitán, Sor Alegría y adyacentes, carretera de Cabrerizas, escaleras de acceso y las sucesivas ampliaciones del cuartel de Santiago.

Actualmente, tras la cesión de este terreno desde el Ministerio de Defensa a la Ciudad Autónoma, se enfrenta a una recalificación que llevará a modificaciones de su espacio y fisonomía sin que se tenga claro que alcance tendrán dichas modificaciones.

ESTADO ACTUAL DE LA PUERTA Y PALMERAL DEL ANTIGUO CUARTEL DE SANTIAGO.

LAS UNIDADES DE LA COMANDANCIA DE MELILLA TRAS EL DESASTRE.

Tras el primer impacto del conocido como Desastre de Annaul, las unidades de la guarnición de la Comandancia General de Melilla fueron reorganizándose con destacamentos que no habían tomado parte directa en esos combates y las tropas que iban llegando a Melilla desde el territorio perdido. Esas unidades quedaron encuadradas al margen de los contingentes que iban desembarcando la ciudad y para primeros de agosto eran 97 jefes y oficiales con 3.274 soldados y clases.

Parte de estas tropas eran de las guarniciones de los peñones y las islas Chafarinas: El regimiento de Ceriñola tenía una compañía en el Peñón de Vélez (3 oficiales y 89 soldados) y otra en Alhucemas (2 oficiales y 109 de tropa) mientras que África nº 68 tenía una sección en Chafarinas ( 1 oficial y 35 de tropa) a esto habría que añadir los que quedaran en los cuarteles de Melilla.

LOCALIZACIÓN DE LAS TRES POSICIONES QUE NO CAYERON EN EL DESASTRE DE ANNUAL.

Otro grupo de tropas que sobrevivió a la derrota fueron las guarniciones de las tres únicas posiciones que no cayeron en manos de los guerrilleros de Abdelkrim: Tres Forcas con una sección de Melilla nº59 (1 oficial y 35 de tropa) y una estación permanente de telegráfos en el faro; Cabo de Agua con dos secciones de África nº 68 (3 oficiales y 86 de tropa) y el Zoco El Had donde había miembros de la Policía Indígena y se refugió la guarnición de Sammar (1 oficial y 44 de tropa de Melilla nº59).

A lo largo de los días que siguieron a la retirada de Annual, fueron llegando a Melilla soldados y oficiales desperdigados y alguna unidad organizada como Intendencia y un par de baterías de artillería aunque sin cañones.

De Regulares llegaron 36 hombres (30 marroquíes y 6 españoles) después de que una parte desertara y otra se pasara a la resistencia.

Para el día 28 de julio había en Melilla unos 2.700 soldados de la antigua guarnición de la Comandancia General que se mantenían aparte de los refuerzos que iban llegando. Estas tropas se dividían en: 4 compañías de San Fernando, 2 de Ceriñola, 1 de África nº68, 1 de Melilla nº 59 y destacamentos de Regulares y Policía Indígena. Posteriormente se incorporarían los supervivientes del África nº 68 que habían pasado a la zona francesa.

Con estas tropas y la harca amiga de Beni Chicar, el coronel Riquelme, jefe de la Policia Indígena en esos momentos y uno de los mandos con más experiencia sobre el terreno, propuso intentar llegar a Zeluán y Monte Arruit para liberar a los sitiados allí pero el Alto Comisario no se aceptó su plan. Tampoco se autorizó un plan para liberar Nador a través de la Mar Chica cuando las líneas españolas estaban en el Atalayón.

Cuando ya habían caído Nador y Zeluán, el Alto Comisario aceptó utilizar a parte de estas tropas en una operación menor como fue el desembarco y ocupación del campamento de la Restinga. En la madrugada del 4 de agosto, fuerzas de San Fernando, Ceriñola y Regulares desembarcan en la Restinga apoyados por el crucero Cataluña, destructor Bustamante y cañonero Laya. Tras asegurar la playa desembarcaron zapadores que fortificaron el campamento. La operación se realizó sin bajas propias. Las tropas de San Fernando y ametralladoras de Ceriñola quedaron en la posición al mando del coronel Salcedo. El 5 de agosto la posición de Cabo de Agua se reforzaría con dos compañías provisionales de África nº 68 y un destacamento de la Policía Indígena.

El 11 de agosto se reorganiza el 1º batallón del regimiento África con las fuerzas que llegaron desde la zona francesa, las compañías destacadas en de Cabo de Agua y una compañía de ametralladoras.

Con la caída de Nador, se reintegran a Melilla las tropas de la Brigada Disciplinaria que guarnecían dicha localidad. Tras reorganizarse, los disciplinarios lucharán en muchos casos en primera línea como los soldados al mando del teniente José Fernández Ferrer que defendieron, junto con un refuerzo de legionarios, el blocao de Dar Hamed, en las laderas del Gurugú, (conocido posteriormente como «Blocao de la muerte») hasta que cayó dicha posición el 15 de septiembre tras morir en la lucha casi toda la guarnición del mismo.

Composición de la Comandancia General de Melilla en julio de 1921:

http://www.altorres.synology.me/guerras/1921_annual/03_01_unidades.htm

En torno a Annual:

https://publicaciones.defensa.gob.es/en-torno-a-annual-2016.html

EL ATAQUE AL VAPOR MARÍA PÍA. MELILLA 1918.

Aunque España no participó en la Primera Guerra Mundial, las aguas cercanas a nuestro territorio se vieron convertidas en campos de batalla cuando Alemania declaró la guerra submarina sin restricciones. El María Pía, un pequeño buque de pasaje que realiza viajes entre Melilla y Orán, fue una de las víctimas de los submarinos germanos.

El María Pía se había construido en Newcastle en 1891 para la italiana Impresa Fogliotti. Tenía 34 metros de eslora, 8 de manga y 3 de calado. Estaba movido por una caldera de vapor. Originalmente se designó como remolcador pero las necesidades de la guerra llevaron a utilizarlo como buque de pasaje con 13 tripulantes al mando del capitán Francisco Coppano. En esos años era importante el tráfico de pasajeros entre Melilla y Orán, ciudades separadas por unas 120 millas náuticas, ya que existían numerosos vínculos comerciales y familiares entre ambas ciudades a lo que se unían los desplazamientos de jornaleros rifeños para trabajar en las faenas agrícolas del Oranesado.

En la información marítima del diario melillense El Telegrama del Rif podemos seguir sus últimos viajes entre ambas ciudades: el 6 de mayo llegó de la ciudad argelina con carga y pasaje partió ese mismo día para estar de vuelta el viernes 10 de mayo. No es hasta el 22 de mayo cuando volvemos a tener noticias del María Pía que embarca en Melilla 24 pasajeros españoles y 190 marroquíes con destino a Orán.

El día 22 por la tarde salió de Melilla y navegaba con las luces apagadas hacia su destino cuando le salió al paso el submarino alemán U 50. El U 50, al mando de Franz Becker, era del tipo III con 55 metros de eslora, 5,8 de manga y 8 de puntal. Velocidad en superficie de 13 nudos y 8 sumergido. Cuatro tubos lanzatorpedos en proa y uno en popa. Tenía una tripulación de 34 hombres y su armamento consistía en 10 torpedos y un cañón del 88 con 160 proyectiles. Desde el 30 de septiembre de 1917 estaba destinado en la flotilla de submarinos que operaba desde la base austrohúngara de Pola.

Desde el submarino abrieron fuego de cañón para hacer parar el vapor italiano logrando alcanzar al María Pía en el puente, hiriendo de muerte al capitán Coppano. En ese momento se desató el pánico en el buque, cuya tripulación intentó huir en el único bote salvavidas, según leemos en El Telegrama del Rif, que acabó hundido por el sobrepeso ya que varios pasajeros también se arrojaron dentro del bote. El resto del pasaje salió a cubierta pidiendo auxilio a gritos que fueron oídos desde el submarino que se había acercado al vapor. Al descubrir que parte del pasaje era español, el comandante Becker suspendió el fuego y se dispuso a prestar ayuda, comunicando por radio a Melilla la situación del buque. A la vez recogió cinco náufragos que posteriormente entregó a unos pesqueros melillenses que faenaban en la zona.

Desde Melilla se enviaron como socorro al vapor la lancha a motor de la Sociedad de Salvamento de Náufragos y otra de la Compañía de Mar de Melilla. Cuando llegaron al costado del María Pía lo encontraron al garete pero sin grandes daños estructurales. Recogieron a los heridos y las mujeres y niños poniendo rumbo a Melilla mientras que el vapor Gandia de Transmediterránea llegaba también al costado del vapor italiano, transbordando una tripulación de rescate que se hizo cargo del mismo para conducirlo a puerto.

Los heridos europeos fueron ingresados en el hospital de Melilla mientras que los heridos marroquíes lo fueron en el llamado hospital indígena. El capitán Coppano, el fogonero Silvano Liani y el pasajero español José Hernández Pérez, muertos en el ataque, fueron enterrados el día 23 de mayo en el cementerio municipal de la Purísima. Dos de los tripulantes del María Pía fueron dados como desaparecido así como varios pasajeros marroquíes.

El María Pía quedó en el puerto de Melilla para realizar reparaciones urgentes que le posibilitaran poder navegar en seguridad. El día 30 de mayo volvió a partir para Orán con carga y pasaje. Con todo, el destino había dispuesto que el María Pía acabara sus días hundiéndose. El 24 de mayo de 1927, el vapor, reconvertido en draga, sufrió la explosión de su caldera mientras estaba en el puerto de Orán y acabó hundiéndose por efectos de dicha explosión.

Antonio Juliá Juan, comerciante afincado en Melilla que viajaba como pasajero en el María Pía junto a su hermana, resultó ileso en el ataque del submarino pero no pudo sobrevivir a la ocupación de la ciudad por los militares sublevados el 17 de julio de 1936. Republicano destacado, fue detenido aquel fatídico viernes en la Delegación de Gobierno, juzgado y condenado a muerte. La sentencia se cumplió en la sangrienta mañana del 24 de febrero de 1937 en la que fue fusilado junto a 18 personas más.

JOSÉ SANJURJO: EL OLVIDADO «SALVADOR DE MELILLA» EN1921.

Con la retirada de la estatua de Francisco Franco que todavía permanecía en las calles de Melilla, ha vuelto a la palestra esa mistificación histórica que hacía al dictador protagonista de la salvación de la ciudad tras el Desastre de Annual. Cierto es que Franco, siendo comandante de la Legión, llegó a Melilla con las tropas de socorro que arribaron a nuestro puerto en la mañana del 24 de julio de 1921, pero unas horas antes ya habían llegado desde Almería los hombres del batallón expedicionario del regimiento de la Corona al mando del teniente coronel Barrera por lo que no se puede decir que las fuerzas de Regulares y la Legión fueran las primeras que llegaron a Melilla. Por otro lado, las tropas llegadas desde Ceuta no venían al mando de Franco sino del general José Sanjurjo al que una parte de la población melillense vio como el «Salvador de Melilla».

Aquel 24 de julio de 1921, Sanjurjo comenzó a construir su leyenda como victorioso militar africanista que le llevó a ostentar el mando supremo del ejército español que alcanzó la victoria sobre las fuerzas de Abdelkrim en 1927, tras protagonizar hitos como la defensa de Melilla en 1921 o el desembarco de Alhucemas en 1925, episodios en los que participó Franco como eficaz subalterno de Sajurjo.

EL TELEGRAMA DEL RIF DEL 24 DE JULIO DE 1921.

Con el fin de la guerra, Alfonso XIII nombró a Sanjurjo marqués del Rif , la ciudad surgida del campamento militar establecido en la bahía de Alhucemas se llamó Villa Sanjurjo y la prensa africanista y derechista, como el diario melillense El Telegrama del Rif, convirtieron a Sanjurjo en un mito. Este diario se refirió a él en alguna ocasión como: «invicto caudillo de África». Curiosamente, el apelativo de «Caudillo» lo utilizó Franco durante la dictadura y es que da la impresión que la hagiografía franquista fue apropiándose de la aureola africanista de Sanjurjo para construir la imagen de militar victorioso y providencial que se quiso dar al dictador.

SANJURJO (B) Y BERENGUER (A) EN EL FRENTE DE MELILLA.

El 14 de abril de 1931 era Director General de la Guardia Civil (la principal fuerza de seguridad del Estado) y decide no apoyar al Rey cuando se proclama la República en las calles con lo que Alfonso XIII tiene que exiliarse. Esta falta de apoyo al Rey no significó un apoyo a la República y sus desencuentros con el Gobierno hicieron que fuera cesado en el mando de la Guardia Civil. Sanjurjo inició así su participación en las redes que planeaban derrocar la República por las armas y se convirtió en el cabecilla del fallido golpe de estado del 10 de agosto de 1932.

Con el fracaso del golpe de estado, Sanjurjo es detenido, juzgado y condenado. Pasó a cumplir condena en el penal del Dueso. Con la convocatoria de elecciones a Cortes en noviembre de 1933, Melilla y Sanjurjo vuelven a cruzar sus destinos cuando un grupo ciudadano decidió presentar la candidatura del exgeneral a Diputado por Melilla ya que si consiguiera la elección tendría que ser liberado de la cárcel.

Sanjurjo aceptó esta designación y su candidatura se puso en marcha sin programa político definido (aunque se definía como republicano independiente) y basando toda su propaganda en recordar la actuación del exmilitar en la salvación de Melilla y posterior victoria sobre Abdelkrim. El Telegrama del Rif publicó el 17 de noviembre de 1933 la reseña de un artículo de Gregorio Corrochano publicado en ABC en el que ahondaba en la idea de Sanjurjo como salvador de Melilla y afirmaba incluso que la famosa arenga que Millán Astray dio al desembarcar en Melilla fue idea de Sanjurjo. En la primera vuelta el exgeneral quedó en tercer lugar con 2.696 votos frente a los 3.491 del radical Carlos Echeguren y los 3.489 del socialista Ángel Gómez Mullor. Hubo que celebrar segunda vuelta entre esas tres candidaturas pero Sanjurjo decidió retirarse, al parecer tras pactar con los radicales y la CEDA. Finalmente la victoria fue para Carlos Echeguren.

El gobierno de centro-derecha surgido de estas elecciones amnistiaron a todos los implicados en el golpe de estado del 10 de agosto de 1932, con lo que pudieron volver a conspirar contra la República.

Sanjurjo debería haber encabezado la sublevación de julio de 1936 pero como es sabido murió al estrellarse el avión que debía traerlo desde Estoril (Portugal) donde estaba exiliado. Por carambolas de la historia, los restos de Sanjurjo reposan desde hace unos años en uno de los panteones militares del cementerio municipal de Melilla.

EL DESASTRE DE ATAQUE SECO. MELILLA. FEBRERO 1860.

Las guerras que España ha luchado en el Norte de África han dado grandes victorias pero también tremendas derrotas como el llamado Desastre de Annual del que se cumple un siglo este año de 2021. En febrero de 1860, España sufrió una dura derrota en Melilla que puso en peligro a la ciudad y que se convirtió en la única derrota sufrida por España en la guerra contra Marruecos de 1859/60.

Esta derrota no se entiende sin la personalidad de su responsable, el brigadier Manuel Buceta del Villar, Gobernador de Melilla, que podemos considerar como el primero de los que posteriormente se conocerán como «militares africanista».

Aunque el 24 de agosto de 1859 se había firmado un acuerdo con el Sultán por el que se cedía a España el territorio delimitado por el alcance de un disparo de cañón de 24 libras disparado desde las murallas melillenses (un alcance unos 3.000 metros), el deterioro de las relaciones entre España y Marruecos a lo largo del otoño de ese año que culminaron con la declaración de guerra entre ambos países impidieron que se llevara a la práctica lo acordado en agosto.

El brigadier Buceta había ejercido como Gobernador de Melilla en dos periodos: de noviembre de 1854 hasta octubre 1856 y de agosto de 1856 hasta la fecha del desastre de febrero de 1860. Durante su primer mandato desarrolló una política de mano dura contra la cabilas Guelaya, comarca que rodea la ciudad, y al retomar el mando en Melilla retomó, también, esta política de mano dura que le llevó a partir de marzo de 1859 a intentar poner en práctica su propio plan de ocupar las alturas que rodeaban el núcleo fortificado de Melilla, para lo que había empezado a reunir materiales para construir blocaos y fortificar líneas de trincheras en dichos puntos. La altura de Ataque Seco, que amenazaba la ciudad desde su flanco norte, iba a ser su primer objetivo aunque había recibido órdenes desde el Gobierno para que no iniciara ninguna acción ofensiva mientras que se desarrollara la guerra en la zona de Ceuta.

VISTA DE MELILLA DE MEDIADOS DEL SIGLO XIX.

A primeros de febrero, la cabila de Beni Sidel volvió a iniciar las escaramuzas contra la ciudad lo que dio a Buceta el pretexto para poner en práctica su plan. En la madrugada del 7 de febrero aprovechando la llegada del Batallón Provincial de Granada como relevo de la guarnición, Buceta organizó una salida para ocupar las alturas de Ataque Seco.

Ante la el empuje de la guarnición española, los guelayas retrocedieron como ocurría siempre, lo que permitió que se ocupara el objetivo, iniciándose los trabajos de fortificación y excavación de las trincheras que los unieran a los fuertes exteriores de Melilla. Tanto el día 7 como el 8 la respuesta de los guelayas a la acción española fue escasa y cesaba totalmente con la caída del sol.

VISTA DE MELILLA DEL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX CUANDO YA ESTABA URBANIZADO EL ANTIGUO CAMPO FRONTERIZO.

El día 9, Buceta, que se encontraba enfermo,se retiró a sus aposentos dejando el mando de la posición de Ataque Seco al teniente coronel del Batallón Provincial de Granada. A la caída de la tarde, creyendo que los guelayas volverían a cesar en sus ataques, se relajó la vigilancia del recinto y las tropas y el mando se retiraron a descansar.

Siendo alrededor las 20:30 horas, centenares de guelayas atacaron por sorpresa del recinto atrincherado y el blocao, arrollando a los defensores que se retiraron como pudieron hacia los fuertes exteriores de Melilla. El campo atrincherado y el blocao fueron arrasados y de no ser porque Buceta logró organizar una fuerza para cerrar la brecha abierta en las defensas españolas, los guelayas hubieron podido acceder a la ciudad.

Según leemos en Datos para la Historia de Melilla, de Gabriel de Morales, las bajas fueron: 5 oficiales y 43 soldados muertos. 2 jefes, 7 oficiales y 112 heridos. 16 desaparecidos.

FUSIL MINIÉ DE LOS USADOS POR EL EJÉRCITO ESPAÑOL EN ESA ÉPOCA.

Cuando la noticia de esta derrota llegó al Gobierno causó una honda impresión tanto por la derrota como por la desobediencia de Buceta, por lo que se envió al brigadier Luis Lemni para sustituirlo. Buceta fue conducido bajo arresto a Málaga, quedando confinado en el castillo de Gibralfaro. El 8 de junio de 1860 se celebró un concejo de guerra que condenó a Manuel Buceta a dos años de reclusión pero el general Prim consiguió que lo indultaran al año siguiente, continuando su carrera militar.

LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA DEL 18 DE FEBRERO DE 1860.

Finalmente, el tratado de Wad Ras confirmó la establecido en el tratado de agosto de 1859 con lo que se amplió el territorio de Melilla hasta sus actuales límites, cosa que hubiera ocurrido igualmente sin la pérdida de vidas que la arriesgada maniobra de Buceta ocasionó.

Para conocer más sobre este tema:

https://historiasdealboran.wordpress.com/2019/04/08/la-frontera-de-melilla-antes-del-tratado-de-1863/

EL INICIO DE LA GUERRA DE MINAS EN MELILLA. SIGLO XVII.

Mouley Ismail (1645-1727) fue el primer sultán marroquí de la dinastía alauita. Alcanzó el trono en 1672 y tras unificar el país inició una serie de campañas bélicas con el objetivo de recuperar las ciudades costeras ocupadas por españoles, portugueses e ingleses. Estas campañas, basadas en su potente ejército centrado en la Guardia Negra creada por él con esclavos subsaharianos especialmente entrenados para la guerra.

Esta campaña, exitosa en casos como Tánger, abandonada por los británicos o Larache, tomada a los españoles, fracasó en enclaves españoles como Ceuta o Melilla que resistieron a los duros asedios a que fueron sometidos por las tropas del sultán y las tribus bereberes que poblaban las cercanía de dichos enclaves.

IMAGEN 1. PLANO DE LAS POSICIONES MARROQUÍES Y FORTIFICACIONES ESPAÑOLAS CON LAS GALERIAS DE MINAS EN ROJO. 1699.

El ataque sistemático contra Melilla se inició en septiembre de 1678 con la captura del fuerte de San Lorenzo que era el punto más avanzado de las defensas melillenses. En años posteriores fueron cayendo todos los demás fuertes exteriores que defendían la ciudad viéndose limitada al recinto amurallado sometido a asedio directo desde 1687 que se mantuvo intercalando periodos de más o menos presión por parte de los marroquíes hasta la muerte del sultán Ismail.

Dada la falta de artillería adecuada para batir los muros de Melilla, las tropas del sultán recurrieron a las minas para derribarlas. El construir galerías subterráneas para socavar lienzos de murallas y abrir brecha era algo que se había utilizado desde la antigüedad pero a principios del siglo XVI este sistema fue perfeccionado por el famoso conde Pedro Navarro rellenando de pólvora la mina para volar las murallas. En esencia, una mina consistía en una galería que avanzaba en zigzag hasta los cimientos de un lienzo de muralla y allí se excavaba una cámara, llamada hornillo, donde se colocaba la pólvora. Este hornillo se sellaba con maderas y otros materiales y se hacía estallar. Para finales del siglo XVII este sistema estaba plenamente desarrollado y tratadistas militares como el francés Vauban había confeccionado tablas para calcular la pólvora necesaria según el tipo de hornillo que se pensaba utilizar.

IMAGEN 2. ESTADO ACTUAL DE UNA DE LAS GALERIAS DE MINAS QUE CIRCUNDAN LOS RECINTOS FORTIFICADOS MELILLENSES.

Como podemos ver en las reproducciones de planos de los asedios sufridos por Melilla en 1695 (imagen 3) y 1699 (imagen 1), los marroquíes construyeron una serie de trincheras, partiendo en algún caso de los antiguos fuertes exteriores españoles, que rodeaban la ciudad. A partir de estas trincheras excavaron las minas hacia las murallas y baluartes españoles. El sultán contrató ingenieros turcos y mercenarios europeos para dirigir estas obras. Desde Melilla, a su vez, se excavaron contraminas para interceptar los trabajos marroquíes. En las oscuridad de aquellos angostos pasadizos se libraron luchas a muerte entre zapadores de uno y otro bando, se volaron minas o se inundaban de humo de azufre las galerías enemigas para asfixiar a los zapadores.

IMAGEN 3. PLANO DE LAS MINAS ESPAÑOLAS EN ROJO Y LAS MARROQUÍES EN NEGRO. 1699.

Con la muerte de Ismail se produjo una disminución de la presión marroquí que posibilitó que los españoles reocuparan en 1734 la altura del Cubo, que dominaba la ciudad por el norte, construyendo a partir de aquí una nueva línea de fuertes exteriores. Serán estos fuertes los que sufrirán la guerra de minas cuando los marroquíes vuelvan a intentar ocupar la ciudad.